Cruz esvástica, cambio en el tiempo
Un símbolo se puede convertir en una imagen de gran popularidad como también en su opuesto, tal es el caso de la milenaria cruz esvástica que, de no ser por el uso que se le dio de identificación con el nazismo habría tenido un significado más religioso que político y no se le consideraría un producto nazi. La cruz esvástica o swástica tiene en su raíz un significado positivo derivado del idioma sánscrito hindú que literalmente significa “bienestar” y era una manera de saludos entre los antiguos hindúes; ¡Swasti!, lo que en nuestro idioma podría significar: “Que tengas el bien y salud”.
Para los chinos el símbolo significaba el número 10 mil que, era la totalidad de los seres; para los japoneses era la representatividad de 10 mil dioses; para los egipcios cada brazo de la cruz representaba la tierra, el agua, el aire y el fuego.
Claro está que, como símbolo que surge en diferentes partes del planeta con algunas variaciones, es también objeto de interpretaciones o lecturas de su significado visual y emocional. Sus raíces se remontan a la era del bronce y se le ha encontrado acuñada en monedas en mesopotámica, ha sido usada por el budismo como elemento decorativo al que se le atribuían poderes para repeler a los malos espíritus y atraer a los buenos, también se le usaba como amuleto y talismán.
Como signo sagrado y místico siempre se le dibujaba, tallaba o representaba sobre un plano horizontal con los brazos ubicados de tal manera que la cruz se veía como girando en el sentido de los punteros del reloj o simplemente era el mismísimo sol en movimiento para los hombres de la antigüedad. Los usos de la esvástica se remontan a periodos que se pierden en la historia de los tiempos, con una distribución casi universal, de carácter benéfico e identificación solar. Como emblema o signo superior divino, representaba y representa la expresión mística relacionada a una fuerza soberana de común unión, de bienestar y buena ventura.
Para los chinos el símbolo significaba el número 10 mil que, era la totalidad de los seres; para los japoneses era la representatividad de 10 mil dioses; para los egipcios cada brazo de la cruz representaba la tierra, el agua, el aire y el fuego.
Claro está que, como símbolo que surge en diferentes partes del planeta con algunas variaciones, es también objeto de interpretaciones o lecturas de su significado visual y emocional. Sus raíces se remontan a la era del bronce y se le ha encontrado acuñada en monedas en mesopotámica, ha sido usada por el budismo como elemento decorativo al que se le atribuían poderes para repeler a los malos espíritus y atraer a los buenos, también se le usaba como amuleto y talismán.
Como signo sagrado y místico siempre se le dibujaba, tallaba o representaba sobre un plano horizontal con los brazos ubicados de tal manera que la cruz se veía como girando en el sentido de los punteros del reloj o simplemente era el mismísimo sol en movimiento para los hombres de la antigüedad. Los usos de la esvástica se remontan a periodos que se pierden en la historia de los tiempos, con una distribución casi universal, de carácter benéfico e identificación solar. Como emblema o signo superior divino, representaba y representa la expresión mística relacionada a una fuerza soberana de común unión, de bienestar y buena ventura.
El símbolo fue degenerado o desvirtuado por las “logias de magia negra alemanas” de la que se dice Hitler era miembro. La esvástica nazi gira en dirección contraria al sol y se sostiene sobre un punto único y no sobre un plano horizontal. Sin embargo, a pesar de que el símbolo ha quedado grabado en la retina y el subconsciente colectivo como obra y creación nazi, se puede añadir como dato curioso que hasta antes de la Asunción de Mao Tse Tung,
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